Top Asesorías > Blog > Modelo 130 y 131 de IRPF para autónomos
Ser autónomo en España implica asumir una serie de obligaciones fiscales que, en muchos casos, pueden parecer complejas al principio. Entre ellas, una de las más importantes es la declaración trimestral del IRPF a través de los modelos 130 o 131. Ambos formularios sirven para pagar a Hacienda una parte proporcional de los ingresos obtenidos durante el año, pero no todos los autónomos utilizan el mismo modelo.
La diferencia principal radica en el régimen de tributación: mientras el Modelo 130 lo presentan los autónomos en estimación directa, el Modelo 131 corresponde a quienes tributan por estimación objetiva o módulos. Conocer cuál te corresponde y cómo se calculan los pagos fraccionados es fundamental para cumplir correctamente con tus obligaciones fiscales y evitar errores que puedan derivar en sanciones.
El Modelo 130 es la declaración trimestral del IRPF en estimación directa, que es el régimen más común entre los autónomos. Este sistema se basa en declarar los ingresos reales obtenidos y restar los gastos necesarios para el desarrollo de la actividad.
Dicho de otro modo, con el Modelo 130 el autónomo comunica a Hacienda los beneficios reales de su negocio, y paga un porcentaje sobre ellos como pago a cuenta del IRPF que se liquidará definitivamente en la declaración anual de la renta.
Están obligados a presentar este modelo todos los autónomos que tributen en estimación directa normal o simplificada, salvo que al menos el 70% de sus ingresos estén sujetos a retención (por ejemplo, algunos profesionales que trabajan para empresas que les aplican retenciones en sus facturas). En ese caso, no es necesario presentar el modelo trimestral, ya que el IRPF se ingresa directamente por parte de las empresas contratantes.
El Modelo 130 se presenta cuatro veces al año, en los siguientes plazos:
El objetivo de este modelo es ir adelantando el pago del IRPF correspondiente a los beneficios generados durante el año, de forma que en la declaración anual no se acumule toda la carga fiscal.
El Modelo 131 está destinado a los autónomos que tributan por el sistema de estimación objetiva, también conocido como régimen de módulos. Este método se aplica a actividades económicas como pequeños comercios, bares, taxistas, peluquerías o talleres, y se caracteriza porque el impuesto no se calcula sobre los ingresos y gastos reales, sino en función de parámetros objetivos establecidos por Hacienda.
Estos parámetros pueden ser el tamaño del local, el número de empleados, la potencia eléctrica contratada, el tipo de actividad o la población donde se desarrolla el negocio. En base a esos factores, la Agencia Tributaria fija una cantidad estimada de beneficio sobre la que se aplica un porcentaje de retención.
El principal objetivo del régimen de módulos es simplificar la tributación de los autónomos con actividades pequeñas y estables, ya que no tienen que llevar una contabilidad detallada de ingresos y gastos, aunque sí deben conservar las facturas emitidas y recibidas.
El Modelo 131 también se presenta de forma trimestral, en los mismos plazos que el Modelo 130, y funciona como un pago fraccionado del IRPF. Sin embargo, a diferencia del modelo anterior, el importe a pagar no depende de los beneficios reales, sino de los módulos asignados a la actividad.
Este sistema tiene la ventaja de ofrecer mayor previsibilidad, ya que el autónomo sabe de antemano cuánto pagará cada trimestre. No obstante, puede resultar menos ventajoso en épocas de baja facturación, porque el pago no se ajusta a los ingresos reales.
La diferencia esencial entre el Modelo 130 y el Modelo 131 es la forma en la que se calcula el importe a ingresar cada trimestre.
En el Modelo 130, el autónomo declara el total de ingresos obtenidos durante el trimestre y resta los gastos deducibles relacionados con su actividad. La diferencia entre ambos es el rendimiento neto, es decir, el beneficio real. Sobre esa cantidad, se aplica un porcentaje del 20%, que es el pago a cuenta del IRPF.
Por ejemplo, si en un trimestre un autónomo ha ingresado 12.000 euros y ha tenido gastos deducibles por valor de 6.000 euros, su rendimiento neto será de 6.000 euros. Por tanto, el 20% de esa cantidad (1.200 euros) será el importe a pagar a Hacienda.
En este modelo también se pueden deducir las retenciones soportadas durante el trimestre y los pagos fraccionados de ejercicios anteriores, lo que reduce la cantidad final a ingresar.
En cambio, el Modelo 131 no se basa en ingresos y gastos reales, sino en módulos. Hacienda establece anualmente las cantidades fijas que debe pagar cada autónomo en función de la actividad que desarrolla y los parámetros asociados.
El cálculo del pago fraccionado en módulos consiste en aplicar un porcentaje sobre el rendimiento neto presunto. Normalmente, este porcentaje es del 4% para la mayoría de los contribuyentes, del 3% para los que tienen un empleado y del 2% para quienes no tienen asalariados.
Por ejemplo, un taxista que tributa por módulos con un rendimiento neto anual estimado de 15.000 euros pagaría 600 euros por trimestre (el 4% de la base anual dividido entre cuatro).
En ambos modelos, el resultado puede ser positivo o negativo. Si es positivo, el autónomo debe ingresar la cantidad a Hacienda; si es negativo, puede compensar el importe en el siguiente trimestre o solicitar la devolución al final del ejercicio.
Uno de los aspectos más importantes del IRPF para autónomos son las deducciones y gastos fiscalmente deducibles. En el caso del Modelo 130, los gastos deben estar directamente relacionados con la actividad económica, estar debidamente justificados y registrados en la contabilidad.
Entre los gastos más habituales se encuentran el alquiler de local u oficina, suministros (agua, luz, teléfono e Internet), combustible, material de oficina, amortización de equipos informáticos, seguros profesionales, cuotas a la Seguridad Social y gastos financieros.
También son deducibles los gastos de manutención cuando el autónomo se desplaza por motivos laborales, siempre que se paguen mediante medios electrónicos y se justifiquen con factura. Del mismo modo, si el autónomo trabaja desde casa, puede deducir un porcentaje de los suministros y del alquiler proporcional al espacio destinado a la actividad.
Los autónomos también pueden aplicar deducciones por inversiones y mejoras en bienes afectos a la actividad, así como por la contratación de personal o la formación profesional.
En cambio, los autónomos en estimación objetiva (Modelo 131) no aplican deducciones específicas por gastos reales, ya que el sistema de módulos ya considera una rentabilidad estimada después de gastos. Esto significa que no pueden reducir su pago trimestral mediante deducciones adicionales, aunque sí pueden aplicar determinadas reducciones generales fijadas por Hacienda en función del tipo de actividad y los ingresos.
Cabe destacar que tanto en el Modelo 130 como en el 131, las deducciones no se aplican de forma definitiva hasta la declaración anual de la renta, donde se ajustan los pagos fraccionados realizados durante el año con el resultado final. Si el autónomo ha pagado más de lo que le correspondía, recibirá una devolución; si ha pagado menos, deberá ingresar la diferencia.
Una gestión adecuada de los gastos deducibles y una correcta planificación fiscal pueden marcar una gran diferencia al final del año. Por eso, contar con una asesoría fiscal especializada en autónomos es una de las formas más eficaces de optimizar impuestos y evitar errores en la presentación de los modelos 130 o 131.